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La Izquierda necesita un frente unido en cada estado

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Red treated photo showing a state capitol building

Durante los últimos 35 años, las elecciones estatales, el gobierno y las luchas han sido la base fundamental de la toma de poder nacionalista blanco de derecha en que se han convertido Trump y el Trumpismo.

Traducido por New Orleans Workers’ Center for Racial Justice

Esta obra es una respuesta a “La Izquierda necesita una estrategia a nivel estatal” escrito por Eric Blanc y Puya Gerami y publicado en Jacobin. Si aún no lo ha hecho, alentamos a los organizadores de izquierda a leer esa excelente obra, así como esta contribución a la conversación continua sobre estrategia estatal por parte de Anthony Thigpenn y Jon Liss.

Durante los últimos 35 años, las elecciones estatales, el gobierno y las luchas han sido la base fundamental de la toma de poder nacionalista blanco de derecha en que se han convertido Trump y el Trumpismo. Los estados, en la mayoría de casos, dominan a los gobiernos locales por medio de leyes ‘preventivas’ que evitan o revierten intentos de tener autonomía o, en algunos estados, a través de la Regla Dillion, la cual reserva todo el poder para el estado. La mayoría de estados controlan grandes presupuestos, mientras que los presupuestos locales de todas las ciudades, excepto de las más grandes, son demasiado pequeños como para hacer cambios a gran escala. Notablemente, los estados marcan los límites para elegir las plazas del Congreso. En estados como Pennsylvania, Virginia y Carolina del Norte, el control Republicano sobre la estructura distrital ha resultado en el cambio de docenas de plazas en la última década (vea el libro RatF**ked para tener detalles de ejemplos particularmente indignantes). Es por esto que el poder estatal es de crítica importancia por sí mismo y se refleja y magnifica a nivel electoral nacional o federal.

Además, debemos tener claro que el poder, particularmente el poder dentro de diferentes escalas de gobierno, es fluido. La capital y sus secuaces pueden, y a menudo lo hacen, moverse rápidamente para cambiar el control del poder cuando nosotros, la gente trabajadora, gente de color y las iniciativas populares radicales tomamos control. Por ejemplo, el poder de la Ciudad de Nueva York estaba subvertido hasta hace poco por el gobierno a nivel estatal, lo que limitaba el control de rentas. En otras ocasiones, iniciativas nacionales (tales como Obamacare) son impugnadas y restringidas por derechos del estado. Tiempo atrás, había movimientos de la era Progresista para mejoras municipales – etiquetados ‘socialismo de alcantarilla’ – que fueron obstaculizados por luchar por cambios más transformativos. El punto es que el poder es fluido y, según cómo lo interpreten las cortes y la administración, tiene una característica de clase, raza y género. Vea la creativa (y destructiva) usurpación por parte de Trump del poder ejecutivo Federal a través de aranceles, emergencias declaradas y la reubicación física arbitraria de departamentos Federales enteros.

Por estas razones, estamos muy de acuerdo con la orientación estratégica expuesta por Eric Blanc y Puya Gerami en su artículo de Jacobin “La Izquierda necesita una estrategia a nivel estatal.” Debemos profundizar en nuestra lucha estatal y también reconocer que las cartas están en nuestra contra. A veces, cuando tenemos más éxito, incluso son barajadas de nuevo.

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Durante los últimos 10 años, más o menos, ha habido un movimiento creciente de organizaciones políticas independientes (IPO) para ganar poder estatal comunitario. Estos esfuerzos han sido liderados por personas de color, mujeres e izquierdistas quienes adquieren experiencia en organización de comunidades locales y que reconocieron temprano la importancia estratégica de ganar poder estatal orientado hacia la izquierda como una respuesta tanto a agendas corporativas como a las de extrema derecha. En su mayoría, estas organizaciones crecieron en el vacío creado por el colapso de la Organización de Asociaciones Comunitarias para Reforma Ahora (ACORN) y la captura del Partido Demócrata por parte de neoliberales y consultores de campaña, cuya fijación en la ‘triangulación’ llevó a enfocarse en una porción muy pequeña del electorado: votantes indecisos suburbanos.

Para potenciar la experiencia de esta ala del movimiento, hemos desarrollado el Comité de Poder Estatal como un espacio entre pares para casi tres docenas de organizaciones identificadas a sí mismas como de poder estatal, de estados tan diversos como Nueva York, California, Washington, Oregón, Arizona, Colorado, Nuevo México, Minnesota, Ohio, Illinois, Missouri, Kentucky, Mississippi, Virginia, Georgia, Florida y Texas.

Aprendiendo directamente de esta experiencia, sostenemos que hay tres estrategias específicas a nivel estatal que los organizadores deben seguir.

1. Desarrollar ‘Poder de gobierno’

Desarrollar poder de gobierno es nuestra tarea más crítica. Esto significa pelear por el cambio sistémico en los estados, a través del desarrollo de bases políticas en masa, abarcando la necesidad de estrategias electorales de adentro hacia afuera, la capacidad de hacer que los oficiales locales y estatales sean responsables ante las demandas de justicia social, la capacidad de elevar demandas y ganar cambios estructurales en todo el espectro de niveles de poder administrativo, judicial, legislativo e institucional. El enfoque unidimensional de elegir más candidatos representativos es inadecuado para competir con las fuerzas de la supremacía blanca y el nacionalismo, xenofobia y la conversión de inmigrantes en chivos expiatorios, y la creciente desigualdad social y económica alimentada por la codicia corporativa. Los esfuerzos serios por desarrollar poder estatal orientados hacia la justicia requieren enfoques colaborativos y multidimensionales hacia el poder de gobierno.

2. Desarrollar frentes unidos a nivel estatal.

Los Socialistas Democráticos de América (DSA), Justice Democrats, Black Voters Matter, Mijente y muchas organizaciones lideradas por personas de color han dado un paso adelante en la lucha electoral. Están movilizando a votantes urbanos y rurales y alcanzando a los marginados e ignorados. Las organizaciones de poder estatal tienen sistemas, personal, acceso a datos, oficinas, fotocopiadoras, miembros o voluntarios e inteligencia estratégica estatal. La mayoría de nosotros somos liderados por mujeres o personas de color. En cada estado hay una necesidad única de desarrollar creativamente frentes unidos para enfrentar al Trumpismo. La mayoría de organizaciones de poder estatal anhelan crear nuevas formas y prácticas que utilicen de mejor manera nuestras organizaciones estructuradas y recursos para desarrollar poder independiente. Y habrá otros espacios regionales y estatales que pueden ser creados y que capturen la energía dinámica de DSA, de los movimientos existentes y de las organizaciones institucionales a nivel estatal. No reinventemos la rueda. No nos subamos al carro con ruedas cuadradas neoliberales. Desarrollemos creativamente la relación respetuosa y recíproca y el trabajo que ganan elecciones y que desarrollan poder estatal.

3. Desarrollar poder electoral.

Para ganar elecciones, tenemos que involucrarnos completamente nosotros mismos en la lucha para expandir los derechos electorales. Tiene que ser el pilar fundamental de cualquier estrategia electoral y es crítico para el trabajo de esos grupos que unen comunidades organizadas con una estrategia electoral. Poder Electoral también significa ganar elecciones a múltiples escalas y desarrollar un grupo de líderes electos que avancen creativamente una agenda que sea a favor de una nueva mayoría, centrada en las exigencias de las mujeres trabajadoras de color. Finalmente, esto también significa tanto reconocer la importancia de las elecciones, como estar al tanto de sus limitaciones. Las elecciones son un terreno estratégico crítico y quien tiene el puesto de gobierno puede determinar muchas de las condiciones bajo las cuales nos organizamos. Pero, a menos que desarrollemos una fuerza comunitaria sostenida que se enlace con nuestros movimientos existentes
y expanda nuestro alcance, las estrategias electorales fracasarán por sí mismas.

Colectivamente, nuestra tarea es movilizar a por lo menos 40 millones de no votantes marginados (de los 108 millones que no votaron en 2016) hacia una participación política consciente. Creemos que desarrollar tal organización de abajo hacia arriba, la infraestructura y la masa social es imprescindible para aquellos que busquen enfrentarse al poder corporativo y a la extrema derecha a nivel nacional.